La Red de Ciudades Romanas del Atlántico ‘Roma Atlantiaca’ es una agrupación de municipios, ubicados en el área de influencia atlántica y con un pasado común romano, que ofrecen la posibilidad de conocer un patrimonio cultural singular.
La red discurre por tres países, estando compuesta por: Saintes, Périgueux, Irun, Castro Urdiales, Gijón, Lugo, Braga, Condeixa-a-Nova y Marvão.
Desde la Red les invitamos a visitar nuestros municipios para hacer un viaje al pasado a través del disfrute de su patrimonio romano y de una atractiva oferta de turismo cultural.
La implantación de los romanos en los territorios de la fachada atlántica fue diferente y más tardía que la del mundo mediterráneo, atendiendo a distintos hitos históricos y formulándose con otros modelos de asentamiento. Sus establecimientos se adecuaron a diferentes intereses, fundando enclaves marítimos, centros políticos y administrativos, organizando rutas de navegación estables y construyendo vías de comunicación, que les permitió un efectivo control del espacio.
Desde el 51 a.C., con la incorporación de la Galia al ámbito romanizado tras la victoria de Julio César, hasta el 43 d.C., momento de la principal invasión romana de Britania, el espacio atlántico conocerá la progresiva fundación de asentamientos, marcando el fin de las guerras cántabra, en el 19 a.C., un hito para la presencia romana en la cornisa cantábrica.
¿Se puede hablar de una Roma atlántica diferente al modelo mediterráneo? Las últimas décadas de investigación arqueológica, además, demuestran una nueva dimensión de la ocupación romana en el área atlántica con una comunidad plenamente romana pero que presenta rasgos propios diferenciados por la existencia de una identidad cultural vinculada al espacio atlántico. Una comunidad con vocación costera, abierta a los intercambios ofrecidos por la navegación.
El Océano Atlántico o Mare Externun, fue un espacio habitual para el transporte de mercancías y comerciantes, para el desplazamiento de personas y tropas, permitiendo la convergencia de rutas comerciales que llegaban desde el interior y extendiendo su área de influencia en sentido inverso, algo que fomentó la difusión de la cultura romana y sus modos de vida. Así lo atestigua también Plinio, en su Naturalis Historia II, LVII (167): «Hoy en día los barcos recorren todo el Occidente, desde Gades y las Columnas de Hércules dando toda la vuelta a Hispania y la Galia”.